En una finca urbana de Barcelona, se ha proyectado la transformación de un edificio industrial en uno de viviendas.

El edificio existente estaba dividido en dos partes con estructuras independientes y diferentes alturas entre forjados; una con frente a la calle Rosselló y otra al patio de manzana.

El reto de la intervención consistía en  unificar las dos partes del edificio, en uno sólo. La solución fue crear un nudo de comunicación vertical entre ambos.

El edificio tiene dos plantas de sótano destinados a aparcamientos, el acceso a ellas se hace mediante un ascensor para vehículos.

Planta baja con los accesos y un local comercial, y finalmente seis plantas piso destinadas a vivienda.